MEDITACIÓN

El trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es la psicopatología infantil y en el adolescente más frecuente con una incidencia del 3-7% (1), todo y que hay estudios que nos hablan de una prevalencia del 10-20% siendo la incidencia similar entre hombres y mujeres (2). La clínica del TDAH se caracteriza por la combinación de tres síntomas fundamentales: disminución de la atención, impulsividad e hiperactividad (2), que pueden prolongarse en un 30-70% hasta la edad adulta afectando al rendimiento académico, profesional y socioemocional.

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A nivel neurobioquímico se pone de manifiesto la disminución dopaminérgica, y en menor grado la recaptación de serotonina y de la norepinefrina, núcleo patogénico del TDAH. Por otro lado, en los adultos se ha encontrado una disminución en la concentración de N-acetilaspartato en la corteza dorsolateral izquierda (2). Además el estrés que presentan estos pacientes por un exceso de cortisol, acentúa la sintomatología de la TDAH. Todas estas circunstancias afectan al procesamiento de los estímulos internos y externos.

 

 

El objetivo del trabajo es revisar los beneficios de la meditación personas con TDAH.

La meditación es una técnica de entrenamiento mental centrada en la atención. Distintos estudios ponen de manifiesto las implicaciones neurofisiológicas que se vinculan a esta técnica de relajación (4). Al meditar se produce un aumento de flujo sanguíneo regional y se incrementa el metabolismo de la glucosa en la corteza prefrontal y cingulada, vinculadas con funciones cognitivas de atención y emociones (5). Además se equilibra el eje hipotálamico-hipofisarioadrenal y se activan e inhiben determinadas ondas cerebrales. Todo ello conducirá al individuo a mejorar su atención, sus funciones cognitivas, emociones (6), así como su estado de salud.

 

 

 

    La atención generada con la meditación conduce al cerebro a modificaciones estructurales y neuroendocrinas que pueden mejorar la clínica del TDAH. Al centrar la mente en la respiración, un objeto, una sensación, etc. provocamos un estrés fisiológico que desencadenará la aparición de una serie de cambios. El sistema simpático se estimula incrementando la liberación de adrenalina al inicio de la meditación para progresivamente dejar paso a la activación del sistema parasimpático. Aumenta el flujo sanguíneo regional y metabolismo de la glucosa en la corteza prefrontal y cingulada áreas involucradas en las funciones cognitivas de la atención. La adrenalina en este momento estimula al hipotálamo que produce cantidades fisiológicas del factor liberador de corticotropina (CRF+) activando a la hipófisis, ésta al ser activada produce pro opiomelanocortina (POMC+) que se descompone en dos moléculas de adenocorticotropa (ACTH+) para estimular las glándulas suprarrenales, lo que provoca el equilibrio en la producción de cortisol y endorfinas. A partir de este momento, llegan simultáneamente cortisol y endorfinas a la amígdala para la liberación de CRF+ que estimula los núcleos rafe y a su vez, produce serotonina para regular a la amígdala y estimular al hipocampo, el cual liberará GABA y actuará sobre el hipotálamo.     

 

 

Además la liberación de serotonina favorece la secreción de encefalinas a nivel de los núcleos rafe. La amígdala asimismo posee una regulación directa desde el córtex izquierdo ya que al meditar se activa el área prefrontal del hemisferio izquierdo inhibiendo la hiperactividad de la amígdala, igualmente disminuye la reactividad emocional por un aumento de la actividad prefrontal dorsal (5). Todo y que el hemisferio izquierdo es el más activado durante la meditación, la estimulación de la corteza prefrontal derecha es crucial para mantener una buena atención y conseguir la máxima concentración en la ejecución de funciones. Igualmente se normalizan los niveles de noradrenalina, dopamina y cortisol, neurotransmisores implicados en el TDAH. De este modo, el aumento de dopamina vinculada con un aumento de la actividad theta, conlleva una mayor atención internalizada y una mejor respuesta de los movimientos motores (11). De este modo, los bajos niveles de dopamina que alteran las capacidades de atención mejoran controlando la atención, y la disminución del cortisol reduce los niveles de estrés. El incremento de niveles de serotonina tras la meditación (12) proporcionará además una sensación de bienestar. Por otro lado, el insomnio crónico que se manifiesta en algunos de los pacientes con TDAH, por un desequilibrio en los niveles de melatonina debido a su liberación retardada (5) mejorará, puesto que la meditación ayuda a la regulación de su óptima liberación. Con la utilización del SPECT se ha podido visualizar diferencias en la actividad cerebral del meditador del no meditador. La actividad cerebral de los meditadores, tanto en situación basal como en meditación, es mayor en el área pre frontal izquierda vinculada con las emociones positivas (13). Los procesos cognitivos, como la atención y observación, se asocian con una determinada actividad de las ondas cerebrales, vinculándose cambios fisiológicos como mejora de la inmunidad, crecimiento y regeneración, sueño profundo y mayor concentración (7), conllevando una mejora de los síntomas del TDAH (4). Mediante electroencefalogramas (EEG) se ha podido evidenciar una desaceleración global posterior a la meditación, con baja activación de las ondas theta y alfa relacionado con el dominio de la práctica (4). Asimismo queda de manifiesto que con la atención centrada en un objeto o el sentimiento de compasión durante la meditación se obtienen ondas gamma (30-50Hz) y beta (20-30Hz), y una mayor coherencia gamma frontoparietal.

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